Nacida del paraíso de la calidez y la abundancia
con la pérdida de la conexión esencial, me volví dependiente y me quemé, y mi alma se separó. Perdí mi sentido de la unidad.
Fue entonces cuando nació mi soledad. Es tan humano y fundamental. Despierta el inevitable sentimiento de desolación ante la muerte.
A menudo la busco, pero no siempre puedo, ciego e ignorante, encontrar el camino del amor eterno, y me cautiva todo lo terrenal. A veces me arrullan sueños contradictorios, de día y de noche.
Mi autenticidad está cerca de mi alma. Sólo puede florecer si quiero crecer hacia los demás y si quiero compartirme en el jardín del afecto incondicional.
Sólo entonces, sí, sólo entonces seré conducido a la conexión pura.
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